Un maquillaje de día nunca puede ser igual que uno de noche. De día hay mucha más luz y si cargamos mucho el maquillaje puede notarse demasiado y crear un efecto máscara en el rostro. La luz natural hace que los defectos se noten mucho más.
En concreto para los ojos, utilizaremos tonos claros y parecidos a nuestro color de piel, por ejemplo rosas, marrones medios y claros, beige o melocotón.
Comenzaremos aplicando una base beige por todo el párpado móvil y la difuminaremos. En segundo lugar, aplicamos una sombra rosácea (puede utilizarse un colorete) en el pliegue del ojo para dar profundidad pero sin exagerar. A continuación, utilizaremos una sombra marrón media desde la mitad del párpado móvil hasta el extremo y la difuminaremos con movimientos ascendentes. Cogemos una brocha de difuminar de pelo suelto y unimos los dos tonos para que no se noten escalones en el color. Por último aplicamos iluminador debajo de la ceja y marcaremos la mirada con una máscara de pestañas marrón, ya que utilizar un color negro de día puede no quedar bien.
También existen máscaras de pestañas transparentes que crean un aspecto marcado en las pestañas sin oscurecer su color natural, muy favorecedor para looks de día.