Los labios son una parte de nuestro cuerpo extremadamente sensible a los cambios de temperatura. Generalmente empeoran en el invierno, perdiendo hidratación e incluso pelándose y creando cortes. También pueden presentar un aspecto reseco por permanecer demasiado tiempo frente al sol, durante el verano.
Para que esto no ocurra, debemos seguir una serie de pautas: beber dos litros de agua al día, aportar a nuestro organismo Vitamina A (presente en pescados, yema de huevo, zanahoria y espinacas) y Vitamina E (presente en plátanos, nueces, aceite de girasol, manzanas y aguacates), aplicar protección solar en los labios y evitar lugares de mucho frío o viento.
Si ya tenemos los labios resecos podemos comprar un exfoliante labial y aplicarlo tres veces por semana para regenerar la piel muerta que aparece por la resequedad. En ocasiones pueden resultar demasiado abrasivos para los labios y crear heridas, si esto ocurre debemos dejarlo de usar o usarlo una sola vez por semana.
Posterior al exfoliante, aplicaremos un bálsamo labial para hidratarlos, protegerlos, suavizarlos, calmarlos y reparar las posibles grietas. Existen muchos tipos de bálsamos labiales, aunque los mejores contienen manteca de karité, aloe vera, manteca de cacao, Vitamina E y factor de protección solar 15, como mínimo.