No hay ninguna duda de que, ante un hecho como un incendio, todos nos asustamos, e incluso llegamos a perder la calma, siendo ésta la peor actitud que podemos tomar.
Si nos encontramos con un incendio, lo primero que debemos hacer es esforzarnos, aunque sea difícil, en mantener la cabeza en su sitio y despejada, cosa que nos permitirá mejor actuar en consecuencia. Ante todo, si nuestro sentido común nos dice que está dentro de nuestras posibilidades, intentaremos apagar nosotros mismos el fuego. Si vemos que no, debemos cerrar la puerta de la habitación en que se ha iniciado, para retrasar su extensión al resto del edificio. En consecuencia, iremos cerrando una puerta tras otra, mientras llamamos a los bomberos.
Seguidamente nos aseguraremos de que todos quienes se encuentran en la casa o edificio salen y, si es posible, cogeremos las llaves, e incluso los planos del edificio, que deberíamos tener siempre en un sitio a mano para circunstancias como ésta. Ambas cosas van a facilitar mucho la tarea a los bomberos. Ya en la calle, intentaremos avisar a todos los vecinos de los edificios colindantes.
Si no podemos salir de la casa, debemos colocar trapos húmedos en las rendijas de la puerta para evitar que penetren los humos, cinta o cualquier cosa que esté a nuestro alcance. También bajaremos las persianas y cerraremos las ventanas, mientras esperamos la llegada de los bomberos.
Debe tenerse un especial cuidado con la escalera, en la que mucha gente ve su salvación, cuando en realidad es la zona en que más víctimas se producen, ya que el humo y gases tóxicos tienden a ir hacia el hueco de la misma.